lunes, 31 de octubre de 2016

El café OLÉ. "Rara avis" fuera de nuestras fronteras.


Alguno leyendo ya el título de la entrada habrá pensado que hay un error ortográfico grave en la escritura de la palabra "OLÉ", y sobre todo si es conocedor del idioma francés.

Pues les diría que no cabe error alguno. Está puesta a conciencia en contraposición a la expresión conocida por todos... "Café au lait".

El único vínculo de unión entre los dos términos es la pronunciación. En el idioma fráncés y en el español se pronuncian igual. Pero no nos engañemos, para mí no son lo mismo, ni mucho menos.

He tenido la oportunidad de estar en el extranjero la semana pasada, concretamente en Londres, pero la situación que voy a describir se da también en otros países de Europa.
Los que me conocen saben que soy un adicto al "café solo" o expreso. El hecho de pedir un café expreso fuera de nuestro país se convierte en un verdadero suplicio. Es rarísima la vez que me he quedado satisfecho después de tomarme uno.
Y no es que me considere muy sibarita, sino una persona muy normal en cuanto a gustos cafeteros.

No olvidemos que, si no me equivoco, el café es la bebida más consumida en el mundo después del agua.

No voy a discutir si las preferencias son de cafe Arábigo o Robusta (tueste natural), o incluso para el Torrefacto, aunque a mí me parezca una aberración el mezclar en el tostado el café con un a proporción de azúcar caramelizada, y que fue inventado para conservar el café.

Lo que no es discutible es que el café como tal se ha convertido desde antaño en el catalizador de los eventos sociales. Ya los musulmanes, ante la prohibición de tomar alcohol, lo hicieron como bebida aglutinante de personas ante cualquier ocasión de encuentro para hablar o discutir de alguna cuestión.
De ahí que su origen es de países como Libia o Yemen, y no como muchos creen erróneamente de países de Sudamérica como Brasil o Colombia.

Para los que somos cafeteros, el hecho de oler a  café ya nos transporta a situaciones de relajo y de tranquilidad a pesar de la denostada cafeína del mismo.
Pero como he dicho al principio, café del bueno, café como yo he llamado OLÉ, en alusión a esa expresión tan española y taurina que se emplea cuando se aprueba alguna faena que se está haciendo bien.
Es curioso que esta expresión, la hipótesis más extendida es que proviene del árabe "allah" (Oh Dios).

A  mí no me importaría que se identificara al café español, como café OLÉ, ya que salvo raras excepciones, suele ser bastante bueno, aunque sea necesario alejarse de las franquicias cafeteras.

He leído un chascarrillo sobre que los mosquitos no atacan las plantas del café porque les quita el sueño. He de confesar que a mi no solo no me quita el sueño, sino que a veces después de tomar un café bostezo varias vecescon síntomas propios de tener modorra.

Quizás debería de quitar el título de la reflexión ya que el "rara avis" tal vez sea yo, y sea un sibarita.


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