martes, 11 de septiembre de 2018

Lorzas y michelines


Volvemos a la normalidad, y me refiero a los que afortunadamente hemos tenido unos días o semanas de ocio y vacaciones, porque hay un grupo de personas en crecimiento que por desgracia no han tenido esa oportunidad de relajarse y de evadirse de los problemas cotidianos.

Esta normalidad no es porque nuestros niños y adolescentes vuelvan a sus institutos y colegios. Parece que esto es lo que prima en el mes de Septiembre. Y no vamos mal encaminados, pero hay otra realidad que empieza a desbancarla.

En  las vacaciones de verano bajamos la guardia, y me parece bien, de nuestras costumbres culinarias y de "bebercios".

No sólo son las populares cervezas. Los helados, los "pescaítos" fritos y fritangas varias, los gintonics nocturnos, las pizzas, las patatas fritas en la playa.... son solo alguno de los ejemplos de los menús vacacionales que nos ocupan, y creo nos deben de preocupar.

El colesterol y las lorzas y michelines de la cintura hacen su agosto, y nunca mejor dicho.

Si hiciéramos una estadística de los kilos ganados en este periodo estival nos daríamos cuenta que nuestra alimentación no ha sido la adecuada. Aunque alguno me reprocharía que "sarna con gusto no pica", y que este exceso alimentario ha sido provechoso y consentido.

Para paliar este aumento de cintura y de talla de pantalones o de vestido, todos los septiembres de los últimos años vemos que las matriculaciones en los gimnasios y las contrataciones de "personal trainer", que no es otra cosa que entrenadores personales en castellano tradicional, van en aumento geométrico, mas que proporcional. Pero si vemos el otro lado de la arista veremos que los fracasos van en igual aumento, y las deserciones diría que son masivas. Yo me haría una pregunta ¿quiénes de los que se apuntan en Septiembre a un gimnasio llegan a las Navidades? Hagamos apuestas pero una gran mayoría abandona. La desbandada es generalizada.

A la vez y en paralelo, las medios de comunicación y las revistas especializadas nos bombardean con dietas, todas milagrosas, para volver a esa figura de Adonis, en la que ya no se van a enamorar de nosotros Afrodita o Perséfone, sino esperamos ser objeto de deseo y envidia por todos.

Cruel realidad, aunque yo diría craso error. Con un poco de suerte no solo no perdemos peso ni centímetros en la cintura, sino adelgazamos nuestra cartera, habiendo comprado infinidad de hierbas, o lo que es peor tratamientos a base de pastillas con insospechados efectos secundarios.

De todas formas, no todo son malos consejos. Generalmente todo gira en torno a comer con los cinco sentidos. No soy nutricionista pero todo me dice que si comemos con sentido común tenemos mucho ganado. Si a eso le añadimos un poco de ejercicio estaremos en la senda positiva de tener mejor salud y por ende perder esos kilitos de más ganados.

Lo fundamental es no deprimirse. Tiempo al tiempo. La calma y la constancia son fundamentales para ganar esta batalla y la guerra final.

Leo con estupefacción en un medio periodístico que en Alemania hay tarifa plana en la prostitución: Sexo, cerveza y salchicha por 15 euros. Esto no creo que ayude mucho a seguir con las dietas postvacacionales.

Lo curioso de esta noticia es que una de las prostitutas alemanas entrevistadas afirmó lo siguiente: un día una persona entró en un burdel y dijo que había dudado entre ir a la carnicería o invertir su dinero en pasar el rato con ella.

Ver para creer.